sábado, 8 de diciembre de 2012

No es economía, es ideología

 
Las páginas naranjas de ElPaís del domingo 28.10.12 reproducían un artículo de Paul Krugman, profesor de Economía de la Universidad de Princeton y Premio Nobel 2008, escrito con motivo de la confrontación Obama / Romney y a favor de la política económica del demócrata, titulado "El secreto de nuestra falta de éxito" y de dónde me permito extraer lo siguiente:

Parece que por fin la economía estadounidense está recuperándose en serio, ahora que la vivienda empieza a repuntar y la creación de empleo supera el aumento de la población en edad de trabajar... ¿Por qué se ha alargado tanto la recesión? La respuesta -respaldada por pruebas abrumadoras- es que esto es lo que suele pasar después de una crisis financiera severa.
En cuanto a las pruebas, el estudio más famoso es el de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, de Harvard, que han analizado crisis financieras anteriores y observado que este tipo de crisis por lo general van seguidas por años de desempleo elevado y crecimiento débil... Y trabajos más recientes del Fondo Monetario Internacional lo confirman: las crisis que se producen como consecuencia de una fuerte acumulación de deuda del sector privado proyectan largas sombras en el futuro de la economía.
¿Por qué es lenta la recuperación después de una crisis financiera? Las crisis financieras están precedidas por burbujas de crédito; cuando esas burbujas estallan, muchas familias y/o empresas se quedan con unos niveles elevados de deuda que les obligan a reducir sus gastos. Esta reducción de gasto, a su vez, deprime la economía en su conjunto.
En concreto, lo que la economía necesita después de una crisis financiera es un aumento temporal del gasto público para sostener el empleo mientras el sector privado arregla sus balances de situación.
Miren: la economía no es una ciencia hasta el punto en que nos gustaría que fuera. Pero cuando hay pruebas abrumadoras para una premisa económica... tenemos el derecho a esperar que los políticos y sus asesores respeten esas pruebas.
 
(Conciso y categórico el tal Krugman).
 
 
En la "ciencia económica" se utiliza la locución latina "ceteris paribus", que significa literalmente "(siendo) las demás cosas igual" y que se emplea traducida como "permaneciendo el resto constante", para aislar y analizar la influencia que alguna variable en particular ejerce sobre un asunto que esté condicionado por muchos factores. Si decido bajar el precio de los melones en mi puesto en el mercadillo del próximo domingo es de suponer que venderé mayor cantidad de melones. Y esto es así "ceteris paribus", porque puede resultar que el domingo, sin haberlo tenido en cuenta o contra todo pronóstico, salga especialmente lluvioso, la afluencia de clientes sea escasa y la venta de melones, a pesar de la rebaja, sea mínima.
 
Esto de analizar sólo algunos de los factores de un sistema complejo, bien para cargarnos de razón ante el personal o bien para engañarnos incluso a nosotros mismos, también lo realizamos con frecuencia en nuestra vida cotidiana en otras situaciones que ponen muchas variables en juego. Y hablando de juegos, me cuenta mi vecino que el entrenador del Algarrovillo C.F., a pesar de lo que cobra, no tiene ni puta idea de fútbol porque alinea en el lateral derecho a Hernández que no pasa del centro del campo ni para efectuar un saque de banda y, sin embargo, mantiene en el banquillo a su gemelo Fernández, técnico carrilero que despliega un impresionante físico para subir la banda a fin de ensanchar el campo y abrir la defensa contraria, además de surtir de precisos centros a nuestros delanteros. Yo le replico que "ceteris paribus" tiene razón, pero cuando le recuerdo que hace tres domingos por lesión de Hernández jugó Fernández, el fino carrilero de su preferencia, y que si bien es cierto que el Algarrovillo C.F. consiguió tres goles, recibió cinco en otras tantas internadas del delantero contrario precisamente por el carril derecho que defendía Fernández, mi vecino se altera, dice que la culpa sigue siendo del pelanas del entrenador que alinea de central a Diplodocus cuando tiene en el banquillo a Velociraptor que por su movilidad y agresividad características tapa los huecos que el carrilero deja con mayor efectividad... y que soy un jilipollas que no se da cuenta de tal obviedad y que ya empieza a estar harto de mis comentarios.
 
Yo, que permanezco impávido ante tamaña agresión verbal, le corrijo entonces con argumentos fundados en el "efecto mariposa" de la Teoría del Caos, que como ustedes saben viene a decir algo así como que una pequeña variación en las condiciones de un sistema puede provocar que este evolucione de una forma totalmente diferente con efectos amplificados e imprevistos... mas tengo que huir despavorido, pues además, no sé a cuento de qué, de mentar a mi madre en sus nuevas razones, pretende más agresiones, y ahora ya no exclusivamente verbales.

Como mi vecino, políticos, periodistas y tertulianos de verbo fácil pero dudoso rigor, se enrocan sobre sus variables preferidas para arrimar el ascua a su sardina, desconociendo tanto el "ceteris paribus" como el "efecto mariposa", o peor aún, a pesar de conocerlos. Y es que el análisis simplista de sistemas complejos da cancha a cualquiera, indocumentados o arteros.

Cada vez son más las voces que discrepan del fácil dogma gubernamental de reducción del gasto público impuesto desde Berlín. Yo, como Krugman, también me inclinaba a pensar que "cuando hay pruebas abrumadoras para una premisa económica tenemos el derecho a esperar que los políticos y sus asesores respeten estas pruebas", pero también la Constitución avala el "derecho" al trabajo y a una vivienda digna y ya ven ustedes como está el patio, que una cosa es predicar y otra dar trigo. Y digo que me "inclinaba" a pensar eso porque a poco que reflexionen un poco convendrán conmigo que el argumento del Nobel Krugman pretende ser científico lo cual lo invalida para ser aplicado por un Ministro de Economía o un Presidente de Gobierno, que ciencias y artes, sobre todo las malas, siempre estuvieron reñidas, y a seguir esperando ya que tenemos ese derecho.


Recientemente ha sido editado y presentado el libro "No es economía, es ideología" de Economistas Frente a la Crisis (Deusto). En la misma portada advierte que esta es una ideología que no se compadece con el interés general. Detrás de la falsa austeridad que nos proponen hay un proyecto político: la devaluación interna y la precarización del estado de bienestar. Nos dicen que es insostenible y que debemos aceptar recortes en las prestaciones sociales y en los salarios. Que los ajustes deben alcanzar a la sanidad, a la enseñanza y a la investigación. Es su receta para salir de la crisis. ¿Nuestra respuesta? Esa no es la solución, agudiza los problemas, la recesión y la insolvencia. La austeridad impuesta se llama pobreza. ¿Nuestras propuestas? En contraposición a los recortes, reactivación; reformas frente a contrarreformas; el pensamiento económico al servicio de los ciudadanos. Esto es lo que aquí analizamos y proponemos.
 
Y en www.economistasfrentealacrisis.com dicen también que el Gobierno está incumpliendo su programa electoral porque está cumpliendo con su programa político, y que detrás de todas estas medidas no hay economistas incompetentes sino sólo pura y dura ideología, y se venden como supuestas verdades científicas lo que son visiones del mundo o intereses particulares (o sea que De Guindos, peor ministro de Economía de la Unión Europea según ránking elaborado por el Financial Times, no es tan malo como lo juzgan sino que lo hace a posta). Y que quienes ahora, con la crisis claman por la austeridad, no hacen otra cosa que hacer lo que siempre han hecho con crisis o sin crisis: clamar por la austeridad, no en su sentido ético sino en su proyección sobre el contenido y alcance del estado del bienestar, que consideran excesivo; la crisis es su coartada, no su argumento (y ojo que austeridad, como estamos comprobando, es sinónimo también de recorte de libertades).


Angus Deaton, economista británico Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, decía que las crisis están diseñadas para beneficiar a los ricos. Así tienen más fácil reescribir las normas. Por eso, en EE.UU. la reforma educativa no avanza, porque sus hijos van a universidades privadas. Lo mismo con la sanidad. En crisis estas cosas siempre van a peor (ver mi entrada Cimientos para el futuro del pasado mes de Mayo). Ya ven otro premiado por su argumentación científica que no sirve por la misma razón que no sirve un cosmólogo para comentar el Génesis en una catequesis.
 
¿Quiénes dictan las normas? ¿A quién beneficia la crisis? ¿Hay prisas por salir de la crisis? ¿Hacia dónde fluye el dinero que perdemos en esta devaluación?... Prueben a fijarse más en lo que no se dice porque lo que se dice es una mera distracción.
 
Estos días atrás conversaba con mi amigo Javier, actor de profesión y, por tanto, homónimo y homólogo de Bardem, que recientemente montó un pollo al afirmar que al Gobierno le viene bien tanto paro, y me decía que quizás fuera necesario de nuevo un Frente Popular. ¡Qué barbaridades dicen los actores llamados Javier! Pero... mira que si tuvieran razón.