domingo, 16 de septiembre de 2012

Fotógrafos fotografiados

Finalizado el ágape que la señora marquesa ofrecía con motivo de la primera comunión de su nieto, los invitados van abandonando el cortijo. Algo llama la atención del fotógrafo contratado para cubrir el evento, que detiene en el camino su seiscientos blanco y se acerca caminando a la puerta de la casa de Paco "el Bajo" en dónde está éste con su familia. Una foto por favor, júntense, quietos un momento, dice sujetando la cámara con la mano izquierda mientras con la derecha gesticula indicaciones para componer la imagen. Y repite: Eh, bien, júntense, quietos un momentito por favor. Sonríe satisfecho con la composición y hace la foto. Un momentito que voy a hacer otra, por favor, quietos un momento, y cuando va a disparar de nuevo, la Milana Bonita, posada sobre el hombro de Azarías, alza el vuelo.

Los santos inocentes (1984) es el título de una de las más grandes películas españolas de todos los tiempos. Basada en la novela homónima de Miguel Delibes publicada en 1981, dirigida por Mario Camus y protagonizada por Alfredo Landa, Terele Pávez y Paco Rabal, fue rodada en las ciudades extremeñas de Mérida, Zafra y Albuquerque. Por el desempeño de sus papeles, Alfredo Landa y Paco Rabal recibieron ex aequo el premio de interpretación masculina en el Festival de Cannes.

Cuenta Juan Carlos, hijo de Emilio Vidarte, el fotógrafo de Los santos inocentes, que un día llegó a la tienda un desconocido que preguntó a su padre: ¿Podrías componer con estas dos fotos una sola y además hacer que parezca vieja, muy vieja?. Su padre las miró y vio en una a Alfredo Landa y en la otra a Terele Pávez, y afirmó: Por supuesto. Al cabo de una semana pasó a recoger el trabajo, y, encantado con el resultado, le dijo: Estamos rodando una película en Alburquerque ¿te gustaría aparecer en ella haciendo de ti mismo?. Para la secuencia de su intervención, de apenas treinta segundos, estuvo yendo durante toda una semana al lugar del rodaje; dado su carácter extrovertido fue tiempo suficiente para entablar amistad con los actores, hasta el punto de que fue invitado al estreno en Madrid. La foto que retocó y que originó el cameo asoma casi de pasada en la película colgada en la pared de la choza de Paco "el Bajo".

Desde pequeño guardo recuerdos de Emilio y de "Foto Vidarte" en Virgen de La Soledad, antes Echegaray, y de "Leonardo Fotógrafo" en la calle Obispo, casi haciendo esquina con la Plaza de España, ambos en el hoy llamado Casco Antiguo de Badajoz, dónde el cuadrado formado por la calle Francisco Pizarro y la Plaza de La Soledad al norte, Arias Montano (antes La Sal) al oeste, San Juan y Plaza de España al sur y cerrado por Hernán Cortés al este, concentraba los comercios más importantes de la ciudad. Íbamos a hacernos las fotos de carnet y las de familia numerosa, a comprar película y a llevar los carretes para obtener las fotografías. Sin embargo, los reportajes familiares los hacía mi padre que también era un buen fotógrafo y, si las fotos eran en blanco y negro, las revelábamos y positivábamos en casa.


Llevaba Juan Carlos persiguiéndome desde hacía un tiempo para que fuera a hacerme una foto y así incluirme en el Libro Blanco del Museo Foto-Estudio Vidarte, que aunque de difícil definición digamos que es un mamotreto, que creo va ya por el segundo volumen, en donde el invitado deja su fotografía y lo que se le ocurra: un relato, una anécdota, una poesía, un dibujo, una dedicatoria... siempre autógrafos.

Estando una tarde de agosto por el centro, después de comer y de tomarnos unos gin-tonics viendo un partido de la selección española de baloncesto de los recién finalizados Juegos Olímpicos, nos presentamos en la tienda mi amigo Garcés "el Discrepante" y yo mismo para cumplir con la invitación.

Foto Vidarte está dónde siempre y con su fachada de siempre, desde que en 1915 (pronto cumplirá cien años) abriera la tienda José Rebollo López, abuelo materno de Juan Carlos, "pintor, dibujante, caricaturista y torero, además de director de la Escuela de Artes y Oficios de Badajoz". Emilio, padre de Juan Carlos, murió en 1985, y desde entonces el hijo regenta el negocio intentando sobrevivir, con reportajes de comuniones y bodas y restauración de fotos antiguas, en este difícil mundo de la fotografía a partir de la revolución digital.

Este simpático y autoproclamado "enreda", que posee una impresionante colección de cámaras antiguas y una de las mejores colecciones de fotos de Badajoz (él dice que la de su tío Manolo es mejor), llama a su tienda estudio, cueva, museo, gabinete sicológico y asesoría filosófica, además de garaje de la Lambretta de su padre, pero yo diría (y te regalo, Juan Carlos, este nuevo apelativo) que es un auténtico bazar de las sorpresas. Aquí dejo los ripios incluidos en el Libro Blanco y una favorecedora fotografía que le disparé al susodicho.


A Juan Carlos Vidarte Rebollo, a la manera de Lope de Vega:
"Para qué hacerlo fácil si lo puedes complicar"

                                   Un soneto me manda hacer Vidarte 
                                   a incluir en su blanco mamotreto
                                   que espero no suponga tal aprieto
                                   como a Lope el encargo de Violante.
                                             Calle La Soledad, Echegaray antes,
                                             estudio, museo, rincón de sueños:
                                             son tres generaciones de recuerdos,
                                             cerca de un siglo conservando instantes.
                                   En la foto me acompaña Garcés,
                                   de esa olímpica tarde compañero:
                                   basket con copas después de comer
                                             y pa' Vidarte a ejercer de modelos.
                                             ¿Qué el poema es chapucero?: ¡lo es!
                                             ¿Asonante?: ¡cierto! Pero "soneto".

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