(A la presencia de una ausencia)
Manuel Azaña Díaz, nació en Alcalá de Henares el 10 de enero de 1880 en una familia de sólida posición económica y con presencia en la política local y en la vida intelectual de la ciudad. Segundo de cuatro hermanos, huérfano de padre y madre, vivió su infancia y juventud en casa de su abuela paterna. Alumno de buenas notas, se recuerda como "un devorador de libros". Comenzó los estudios de Derecho interno en el Colegio María Cristina de El Escorial, que abandonó tras sufrir una crisis religiosa, continuándolos en casa y examinándose por libre en la Universidad de Zaragoza, dónde obtuvo la licenciatura con sobresaliente (1898). Se trasladó a Madrid y trabajó de pasante en un despacho de abogados mientras realizaba los cursos de doctorado en la Universidad Central, obteniendo el título también con sobresaliente (1900).
Volvió a Alcalá para dedicarse a la gestión de los negocios familiares pero el fracaso de los mismos lo llevó de nuevo a Madrid para opositar a Auxiliares en Registros y Notariado, obteniendo plaza con el número uno (1910) llegando tras posteriores ascensos a ser nombrado Oficial Jefe del Cuerpo Técnico de Letrados del Ministerio de Gracia y Justicia (1929).
Paralelamente a su tarea como funcionario desarrolló una intensa labor intelectual: cursos de Derecho en París, socio de la Academia de Jurisprudencia y del Ateneo de Madrid, colaborador en varias revistas literarias, crítico, conferenciante y notable periodista y escritor.
Afiliado desde 1913 al Partido Reformista presidido por Melquíades Álvarez, en 1925 fundó Acción Política, agrupación progresista y republicana que se constituyó en partido político en 1930 con el nombre de Acción Republicana (moderado izquierdismo, autonomismo, laicismo, compromiso con la reforma agraria y la reforma del Ejército). Integrado en la Alianza Republicana, participó en el Pacto de San Sebastián para derrocar la Monarquía de Alfonso XIII, y se implicó en la construcción y consolidación de la II República, formando parte del Gobierno Provisional que se hizo cargo del país tras la salida de España del Rey.
El 12 de Abril de 1931 la coalición republicano-socialista triunfó en las elecciones generales. Acción Republicana obtuvo 30 diputados y enseguida se convirtió, a pesar de su relativamente escasa fuerza parlamentaria, en una formación central de los Gobiernos de la República hasta 1933. Manuel Azaña fue Presidente del Gobierno Provisional de la República entre octubre y diciembre de 1931 y Presidente del Consejo de Ministros entre diciembre de 1931 y septiembre de 1933, además de Ministro de Guerra entre abril de 1931 y septiembre de 1933.
Tras la derrota de los republicanos de izquierda en las elecciones de 1933, a las que habían concurrido en solitario, el partido se fusionó con otros grupos para formar Izquierda Republicana en abril de 1934, también bajo el liderazgo de Azaña. Integrada en el Frente Popular, Izquierda Republicana consiguió 87 diputados en las elecciones del 16 de febrero de 1936, siendo el tercer grupo parlamentario de las Cortes, tras el PSOE y la CEDA. Entre febrero y mayo de 1936, Manuel Azaña volvió a ser Presidente del Consejo de Ministros y tras la destitución de Niceto Alcalá-Zamora, en mayo de 1936 fue elegido presidente de la República, cargo que mantuvo hasta su dimisión en febrero de 1939. Murió en Montauban, Francia, el 3 de noviembre de 1940.
Volvió a Alcalá para dedicarse a la gestión de los negocios familiares pero el fracaso de los mismos lo llevó de nuevo a Madrid para opositar a Auxiliares en Registros y Notariado, obteniendo plaza con el número uno (1910) llegando tras posteriores ascensos a ser nombrado Oficial Jefe del Cuerpo Técnico de Letrados del Ministerio de Gracia y Justicia (1929).
Paralelamente a su tarea como funcionario desarrolló una intensa labor intelectual: cursos de Derecho en París, socio de la Academia de Jurisprudencia y del Ateneo de Madrid, colaborador en varias revistas literarias, crítico, conferenciante y notable periodista y escritor.
Afiliado desde 1913 al Partido Reformista presidido por Melquíades Álvarez, en 1925 fundó Acción Política, agrupación progresista y republicana que se constituyó en partido político en 1930 con el nombre de Acción Republicana (moderado izquierdismo, autonomismo, laicismo, compromiso con la reforma agraria y la reforma del Ejército). Integrado en la Alianza Republicana, participó en el Pacto de San Sebastián para derrocar la Monarquía de Alfonso XIII, y se implicó en la construcción y consolidación de la II República, formando parte del Gobierno Provisional que se hizo cargo del país tras la salida de España del Rey.
El 12 de Abril de 1931 la coalición republicano-socialista triunfó en las elecciones generales. Acción Republicana obtuvo 30 diputados y enseguida se convirtió, a pesar de su relativamente escasa fuerza parlamentaria, en una formación central de los Gobiernos de la República hasta 1933. Manuel Azaña fue Presidente del Gobierno Provisional de la República entre octubre y diciembre de 1931 y Presidente del Consejo de Ministros entre diciembre de 1931 y septiembre de 1933, además de Ministro de Guerra entre abril de 1931 y septiembre de 1933.
Tras la derrota de los republicanos de izquierda en las elecciones de 1933, a las que habían concurrido en solitario, el partido se fusionó con otros grupos para formar Izquierda Republicana en abril de 1934, también bajo el liderazgo de Azaña. Integrada en el Frente Popular, Izquierda Republicana consiguió 87 diputados en las elecciones del 16 de febrero de 1936, siendo el tercer grupo parlamentario de las Cortes, tras el PSOE y la CEDA. Entre febrero y mayo de 1936, Manuel Azaña volvió a ser Presidente del Consejo de Ministros y tras la destitución de Niceto Alcalá-Zamora, en mayo de 1936 fue elegido presidente de la República, cargo que mantuvo hasta su dimisión en febrero de 1939. Murió en Montauban, Francia, el 3 de noviembre de 1940.
(De la Wikipedia, resumen)
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Su biografía de referencia es Vida y tiempo de Manuel Azaña 1880-1940 del historiador Santos Juliá (en bolsillo, Santillana Punto de Lectura 421/1): "La lectura de Azaña despertó mi interés por nuestra reciente historia, tan recusada por una generación que había recibido desde escuelas, púlpitos y tribunas el gran relato de la cruzada de una España verdadera contra otra España que no lo era, sino Anti-España... ¿Cómo fue posible que en la España de los años treinta, de la República y de la Guerra Civil, alguien dijera esas cosas y las dijera así?... Merecía la pena leer a Azaña porque un pasado que nos cortó abruptamente la guerra de nuestros padres, se convertía, al descubrir su palabra, en un tiempo digno de ser descifrado, un pasado en el que era preciso hurgar porque en él podían encerrarse algunas de las claves para una cabal comprensión de la miseria que nos había tocado en el presente".
Discursos políticos -La oratoria perdida- edición de Santos Juliá en Crítica, es una selección de los mejores discursos de Azaña, explicando las circunstancias y razones que venían a servir: "Azaña ha sido el orador parlamentario más insigne que ha conocido España / Razonamientos rigurosos con aquella perfección verbal / Un orador que habla como si estuviera escribiendo, con la precisión, la riqueza y la elegancia del lenguaje escrito / El más insigne orador parlamentario y el más oído de los oradores a cielo abierto / Emilio Castelar ha encontrado su paradigma, cumbre de la oratoria española / Elevada calidad formal, riqueza de léxico, pulcritud y corrección en la
sintaxis, claridad y fuerza en la dicción, consistencia en la
arquitectura / El esclarecimiento de la razón en un clima de alta emoción / Afirmaciones incisivas e hirientes, dialéctica demoledora y fascinante,
capacidad para convencer, subyugar y arrastrar a las masas / Lógica irrefutable, su rico y exacto vocabulario, la originalidad y
profundidad de su pensamiento, la hondura de su perspectiva histórica,
la perfección sintáctica de sus largas y perfectamente equilibradas
frases / Discursos políticos embebidos de historia, con el propósito de
comprender la situación actual pero especialmente de actuar sobre ella". Son las opiniones de Madariaga, Araquistáin, Alcalá-Zamora, Marañón, Mahura, Sedwick, Cossío, Valle-Inclán, Bello, Ortega y Gasset... sus contemporáneos y algunos de ellos también sus adversarios políticos.
Azaña fue uno de los políticos y oradores más importantes en la política española del pasado siglo XX. Sus Memorias, Cartas, Discursos y sobre todo sus Diarios son documentos únicos para el conocimiento de su momento histórico. Pero además fue un notable periodista y escritor. Galardonado con un Premio Nacional de Literatura en 1926 por su biografía La Vida de Juan Valera, sin embargo su obra más conocida es La velada en Benicarló -Diálogo de la Guerra de España-, aquí en edición de Manuel Aragón, Castalia: "Uno de los mejores escritos de su autor, es, además de un libro de historia, una crónica de la guerra civil y el testamento político de Azaña. En ella se contiene un resumen de su pensamiento liberal democrático, una exposición de las causas y motivos de la guerra civil y se levanta acta de las diferentes actitudes políticas en conflicto, con gran objetividad y honradez".
Azaña fue uno de los políticos y oradores más importantes en la política española del pasado siglo XX. Sus Memorias, Cartas, Discursos y sobre todo sus Diarios son documentos únicos para el conocimiento de su momento histórico. Pero además fue un notable periodista y escritor. Galardonado con un Premio Nacional de Literatura en 1926 por su biografía La Vida de Juan Valera, sin embargo su obra más conocida es La velada en Benicarló -Diálogo de la Guerra de España-, aquí en edición de Manuel Aragón, Castalia: "Uno de los mejores escritos de su autor, es, además de un libro de historia, una crónica de la guerra civil y el testamento político de Azaña. En ella se contiene un resumen de su pensamiento liberal democrático, una exposición de las causas y motivos de la guerra civil y se levanta acta de las diferentes actitudes políticas en conflicto, con gran objetividad y honradez".
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