El post anterior termina grave en exceso. Pero dejemos atrás el invierno que llega la primavera, me dije; y se me vinieron a la cabeza los versos de Silvio Rodríguez:
Mucho más allá de mi ventana
mi esperanza jugaba
a una flor, a un jardín,
como esperando abril.
Navegando para encontrar el origen de esta canción me entero que el tema "Como esperando abril" pertenece a Días y Flores (1974), primer álbum del cantautor cubano, y que en España, debido a la dictadura franquista (OK), hubo que cambiar el nombre del disco por Te Doy una Canción, ya que se censuraron los temas "Santiago de Chile" y "Días y flores"; estas dos canciones fueron sustituidas entonces por "Madre" y "Te doy una canción". Después de la caída de la dictadura (NOK, mejor decir tras la muerte de Franco), las dos canciones fueron agregadas de nuevo por lo que las nuevas ediciones en España de Te doy una canción (Días y Flores) tienen trece canciones en lugar de las once del disco original.
En "Días y Flores" la profunda alegría del amor y la vida se ve enturbiada por la rabia ante las injusticias del mundo, "la rabia simple del hombre silvestre / la rabia bebo pero no me mojo / la rabia -coño- paciencia, paciencia / la rabia es mi vocación". No me extrañaría que ese "coño" fuera suficiente para un censor enrabietado.
Con el tema "Santiago de Chile" la cosa está más clara; dice Silvio "allí yo tuve un odio una vergüenza / y el deseo de cambiar cada cuerda / por un saco de balas" (parafraseando aquello de "si mi pluma valiera tu pistola" que Machado le dedicara a Líster, Jefe en los Ejércitos del Ebro, en 1938). También su hermano gemelo Pablo Milanés -Silvio y Pablo, son los Hernández y Fernández de los cantautores cubanos- se hizo eco de lo sucedido en Chile: "Yo pisaré las calles nuevamente / de lo que fue Santiago ensangrentada / y en una hermosa plaza liberada / me detendré a llorar por los ausentes".
Y es que Salvador Allende, empeñado en el intento de establecer en Chile un camino democrático no revolucionario hacia un estado socialista, acababa de ser suicidado en el ataque con tanques y aviones perpetrado contra el Palacio de La Moneda en Santiago por las Fuerzas Armadas al mando del Augusto general Pinochet, que se perpetuaría al frente de una dictadura durante los 17 años siguientes.
(Recordemos que a este Pinochet, en octubre de 1998, nuestro juez Garzón -antes de ser prevaricador- le metió un susto de muerte al conseguir su arresto por Scotlan Yard en Londrés, a donde el dictador se había trasladado para una operación de hernia discal, mediante una petición de extradición por la muerte y tortura de ciudadanos españoles durante su mandato y por crímenes contra la humanidad).
En los setenta Cuba era otra cosa. Nuestros sueños se vestían con vaqueros yanquis de perneras acampanadas y camisas de cuadros con cuellos de amplios alerones listos para echar a volar. Y escuchábamos con igual embeleso a los Beatles que a los cantautores, que bordaban unos estupendos poemas de amor con puntaditas políticas.
Hoy día los golpes de estado son incruentos. Como dice mi amigo Discrepante, "Los Mercados" nos colocan a tecnócratas en los gobiernos porque es la economía la que guía la política. Probablemente lo mismo que antes, lo mismo de siempre. Y es que, como cantaba mi paisano Pablo Guerrero, "ellos seguirán dormidos en su cuentas corrientes de seguridad, planeando vender la vida y la muerte y la paz". Y es que, todavía, "tiene que llover a cántaros" a ver si nos aliviamos de esta pertinaz sequía.
Con el tema "Santiago de Chile" la cosa está más clara; dice Silvio "allí yo tuve un odio una vergüenza / y el deseo de cambiar cada cuerda / por un saco de balas" (parafraseando aquello de "si mi pluma valiera tu pistola" que Machado le dedicara a Líster, Jefe en los Ejércitos del Ebro, en 1938). También su hermano gemelo Pablo Milanés -Silvio y Pablo, son los Hernández y Fernández de los cantautores cubanos- se hizo eco de lo sucedido en Chile: "Yo pisaré las calles nuevamente / de lo que fue Santiago ensangrentada / y en una hermosa plaza liberada / me detendré a llorar por los ausentes".
Y es que Salvador Allende, empeñado en el intento de establecer en Chile un camino democrático no revolucionario hacia un estado socialista, acababa de ser suicidado en el ataque con tanques y aviones perpetrado contra el Palacio de La Moneda en Santiago por las Fuerzas Armadas al mando del Augusto general Pinochet, que se perpetuaría al frente de una dictadura durante los 17 años siguientes.
(Recordemos que a este Pinochet, en octubre de 1998, nuestro juez Garzón -antes de ser prevaricador- le metió un susto de muerte al conseguir su arresto por Scotlan Yard en Londrés, a donde el dictador se había trasladado para una operación de hernia discal, mediante una petición de extradición por la muerte y tortura de ciudadanos españoles durante su mandato y por crímenes contra la humanidad).
En los setenta Cuba era otra cosa. Nuestros sueños se vestían con vaqueros yanquis de perneras acampanadas y camisas de cuadros con cuellos de amplios alerones listos para echar a volar. Y escuchábamos con igual embeleso a los Beatles que a los cantautores, que bordaban unos estupendos poemas de amor con puntaditas políticas.
Hoy día los golpes de estado son incruentos. Como dice mi amigo Discrepante, "Los Mercados" nos colocan a tecnócratas en los gobiernos porque es la economía la que guía la política. Probablemente lo mismo que antes, lo mismo de siempre. Y es que, como cantaba mi paisano Pablo Guerrero, "ellos seguirán dormidos en su cuentas corrientes de seguridad, planeando vender la vida y la muerte y la paz". Y es que, todavía, "tiene que llover a cántaros" a ver si nos aliviamos de esta pertinaz sequía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario