sábado, 17 de marzo de 2012

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SOLAR de Ian McEwan
Colección Panorama de Narrativas nº 771
Anagrama (Barcelona, 2011)

EINSTEIN -Su vida y su universo- de Walter Isaacson
Debate -Mondadori- (Barcelona, 2008)

Del inglés Ian McEwan apenas guardo memoria de su libro de relatos "Primer amor, últimos ritos" (1975) leído hace ya más de 30 años. Solar (2011), su último libro, es una entretenida sátira ambientada en el mundo académico-científico del cambio climático y las energías renovables. Pero lo mejor del libro lo obtuve de la última línea de la última página, en los agradecimientos: "Por encima de todo, estoy en deuda con Einstein, la excelente biografía de Walter Isaacson".

El referido tocho de más de setecientas páginas es un maravilloso viaje por la vida, la mente y la ciencia del hombre que cambió nuestra visión del universo; logra reflejar a Einstein como ser humano y al tiempo narrar la gestación de los nuevos conceptos físicos en la centroeuropa del primer cuarto del pasado siglo y explicarlos de forma accesible. Se lee con placer y logra que el gran científico vuelva a la vida".

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Uno de los grandes descubrimientos de Einstein fue entender que la materia y la energía son formas distintas de la misma cosa y que se relacionan mediante el cuadrado de la velocidad de la luz que se simboliza con la letra c, inicial del término latino 'celéritas'. La velocidad de la luz en el vacío es por definición una constante universal (constante de Einstein) válida para cualquier observador, de valor 299.792.458 metros por segundo. Así, en 1983, la 17ª Conferencia General de la Oficina Internacional de Pesos y Medidas definió metro como la distancia recorrida por la luz en el vacío absoluto durante un intervalo de tiempo de 1/299.792.458 de segundo.

Cuando yo iba al colegio la luz era un poco más rápida y viajaba a 300.000 kilómetros por segundo. Las definiciones de metro que tuvimos que aprender fueron la dictada por la Academia de las Ciencias francesa en 1791 como la diezmillonésima parte del cuadrante terrestre, longitud del arco que une el polo con la línea del ecuador, y la posterior de 1889 de la Comisión Internacional de Pesos y Medidas que adoptó un nuevo prototipo que se materializó en un metro patrón realizado con una aleación de platino e iridio; estos patrones estaban depositados en cofres situados en los subterráneos del pabellón de Breteuil en Sèvres, afueras de París, por aquello de protegerlos de las dilataciones y oxidaciones.

No recuerdo que explicaran, bien porque a los curas de mi colegio aún no les hubiera llegado la noticia o bien porque ese día yo faltara a clase, la definición de 1960 de la 11ª Conferencia de Pesos y Medidas: 1.650.763,73 veces la longitud de onda en el vacío de la radiación naranja del átomo del criptón 86 (por cierto, ojo con la radiación de la kryptonita verde, único material capaz de debilitar a Superman). La precisión de esta definición de 1960 era cincuenta veces superior a la del patrón de 1889; la precisión de la definición de 1983, que implica la capacidad de medir con exactitud la velocidad de la luz, es treinta veces superior a la de 1960. Y es que "hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad" como se dice en La Verbena de la Paloma.
(de la Wikipedia)

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